domingo, 17 de junio de 2018

Fundido a negro

Hace mucho desde que se fueron las tardes de tormenta. Un día se fue la borrasca, sin avisar siquiera y dejándonos sin fiel compañera a los pocos que nos habíamos quedado rezagados antes de encontrar resguardo.

No hubo arcoíris. Ni siquiera salió el sol entre tanto gris ni hubo un gran acto final antes de recibir la ovación del público. Fue una simple despedida austera de la que había sido mi compañera durante tanto tiempo; se apagaron las luces del escenario y bajó el telón con un sonoro golpe contra el suelo, pero el teatro ya se había quedado vacío antes y solo aplaudió el silencio sepulcral.

Pese a todo, no hubo remordimientos. El nudo que se ceñía a mi cuello se aflojó hasta deshacerse por completo y solo entonces pude respirar como no lo había hecho en tanto tiempo.

Si tan solo supieras lo cruel y terriblemente absurda que había sido la obra. Y el temporal le hacía honor como nadie.

Ha pasado tanto tiempo que el recuerdo resulta difuso. Tal vez la lluvia había dejado de golpear para convertirse en un inmenso océano de una calma infinita, y por una vez podía decir que se sentía tan bien.

Lluvia o teatro, que cada quién escoja su metáfora favorita. De metáforas he vivido toda mi ausencia y no hay más buenas compañeras de viaje que ellas, por traicioneras que parezcan.

Ahora no hay más que un fundido a negro.


Imagen de fashion, grunge, and hipster