Hablemos de pasados más inciertos que futuros y de olvidadas
noches que aspiraban a sueños. De todas esas palabras que alguna vez sonaron
con fuerza y de las que ahora tan solo queda un triste eco que se pierde en el
vacío. De todo aquello que una vez pudo ser y nunca fue. Eternidades prometidas
que se quedaron a medias y que se convirtieron en cicatrices.
Hacía algún tiempo que la Chica Azul había dejado de creer
en ellas de esa forma. Las cicatrices no le faltaban, pero había descubierto
que, tarde o temprano, estas eran inevitables. Así que, por qué no, había
decidido cambiar su percepción del término.
Para ella las eternidades no simbolizaban más que una
constante. La vida estaba plagada de ellas, y todas tenían un principio y
carecían de un final establecido, por mucho que la gente decidiera terminar con
sus falsas eternidades antes de tiempo. Cada instante era el comienzo de un
nuevo infinito.
Consideraba que un amor sí que podía permanecer eternamente y
que, de hecho, nunca se había dado un caso que contradijera su teoría. Las
eternidades en las que los demás creían sí que se acababan, porque no eran
capaces de entenderlas. Las de ese tipo, que simplemente eran el producto de la
inocencia de las emociones a flor de piel, no merecían la pena.
El amor propiamente dicho podía tener un punto final, pero
la marca que dejaba tras de sí permanecía, aunque siempre fuera una cicatriz
que quemara por dentro. Y era esta y no el amor la que perpetuaba las
eternidades.
Las cicatrices no son puntos, son comas. Y a veces son
necesarias para coger aire y seguir adelante.
Hagamos una pausa, querido lector. ¿Lo estás entendiendo
todo? Lo siento si no logro explicarme muy bien, me faltan palabras
inexistentes para hacerlo, pero creo que tendrás que acostumbrarte a ello. A
los pensamientos de una chica a la que a veces le cuesta entenderse a sí misma.
Continuemos.
Ya está, aquí la tienes. Una nueva eternidad ha comenzado y
esta vez tú formas parte de ella.
¿Cuánto durará? No lo sé. Las hay que son efímeras y no por
eso dejan de ser eternidades.
¿Te inquieta? No temas. Nadie pretende hacerte daño.
¿Las cicatrices? Ah, ya, un tema delicado. Sin embargo, creo
que tendrás que confiar en ella, sino todo pierde la gracia. Atrévete a saltar
con la Chica Azul sin saber qué os deparará la caída. Siente la adrenalina del
momento.
Al fin y al cabo, las cicatrices son instantes, y todos
nosotros somos instantes.