martes, 18 de julio de 2017

Te escribiría a besos

Hoy quiero escribirte y perderme entre cada una de mis palabras, siempre y cuando acaben llevándome hasta ti. Quiero inmortalizar todas tus sonrisas y cada uno de tus besos en un trozo de papel, simplemente para abrazarte cuando estés lejos. Ya sabes cuánto me gustan y cuánto se nota su ausencia.

Los restos de nuestro último domingo se me escapan entre los dedos sin poderlo evitar.  Cualquiera diría que ese domingo fue ayer. Sin embargo, me parece ya tan lejano que sólo espero que llegue el día en que podamos repetirlo y aferrarnos fuerte para que nunca más se escape.

Y aquí me ves, buscando las palabras adecuadas entre un repertorio al parecer un tanto escaso. En mi radio suena una y otra vez el mismo disco y el regusto del té aún besa mis labios. Se me antoja el momento ideal para pensarte, ahora que el tiempo fluye impasible tras la ventana pero se detiene a mi alrededor.

Si pudiera, te escribiría a besos. Fuera palabras y adiós a los muros del lenguaje, porque a amar no se aprende con palabras y mucho menos se retiene en un espacio tan pequeño como el de una hoja de papel.

Y me pregunto si en un par de vocablos se puede expresar aquello que siento o si estos se tratan simplemente de un punto de partida ante la frontera entre aquello que es tangible y aquello que no lo es.

A todo esto, confieso que ese par de palabras lleva un tiempo revoloteando por mi mente y creo que al final las voy a soltar. No te mentiré, son palabras valientes, fuertes pero livianas en los oídos, y de las que no se dicen a la ligera ni sin convicción. Pese a todo, diría que ya llevan algún tiempo proclamando tu nombre.

Estoy decidida; las voy a soltar. Sin embargo, me apetece algo a cambio. ¿Qué tal si ponemos, por ejemplo, un beso?

A propósito:

te quiero.





lunes, 19 de junio de 2017

Cuenta atrás

Voy a iniciar una cuenta atrás
y cuando llegue a su fin,
quiero que grites tan fuerte que queme
y destruya mordazas.
Hoy a mi poesía le han dado una paliza
de las que se graban a fuego lento
en las esquirlas de un corazón de poeta,
reflejo y bala.
Estúpidos todos aquellos
que no saben que nuestros versos son a prueba de balas
y devuelven cada ataque
 con la fuerza de nuestras convicciones.
Te invito a atacar, si así lo deseas.
Porque lo que no nos mata nos hace más fuertes
y la certeza de nuestras ideas
convierte vocablos inertes en soldados valientes.
Veo en mi espejo
los despojos de una sociedad reticente y adusta.
Algo les debió de salir mal
a aquellos que siempre se creen poseedores de la última palabra.
Escriben su epitafio de supuestos héroes reincidentes
entre ese momento en que un niño muere abrazado por el mar
y ese otro entre los derrumbes de un pueblo que lo ha visto crecer y ahora decae.
Esos héroes silenciosos y silenciados,
que abandonan sin decir adiós, sin epitafio y ni siquiera tumba,
porque sólo el tiempo, la pólvora y la sal serán testigos.
Mentiría si dijera que hace falta ser poeta
para ser poesía,
pero también si dijera que un poeta
no es un guerrero que se enfrenta al temporal
con las manos desnudas.
No tengo nada más que añadir.

Tres,
dos,
uno.








jueves, 6 de abril de 2017

El deshielo

Me cuentan que el fin de febrero ya llama a la puerta
y que marzo traerá consigo la primavera.
Dicen que pronto llegará el deshielo
que desarme tu coraza,
víctima de tantos golpes
y portadora de tantas cicatrices.
Has dado por vendidas las palabras de un verano ineludible,
has confiado en el borde afilado de tu cuchillo de hielo
y atacado con él a cada verso,
a cada beso destemplado del recuerdo
y a cada súbita caricia de unas bienintencionadas palabras de consuelo.
Ya basta.
Ya basta de dramas,
de relatos cíclicos como serpientes
que se muerden la cola hasta sangrar.
Y entonces duele.
El invierno sólo permanece en tus ojos,
porque tú lo retienes con recelo bajo tus párpados.
Así que déjalo fluir,
desvanecerse en primavera,
y permite que marzo deshiele tus entrañas
antes de que te cortes
con tus agudas aristas.