He conjugado el verbo quererte tantas veces como
ocasiones te he pensado.
He reivindicado mi gerundio a voz de grito
y con esa palabra latente por corazón.
Un día el “te
quiero” afloró de mis labios con la sutileza de un suspiro
y se instaló en mi pecho,
buscando con desasosiego un sincero “siempre”
que le hiciera compañía.
Confieso que en algún momento surgió el “yo te
querré”.
Los “yo te querría” no nos valían,
ni los constantes “puede” del subjuntivo.
Éramos imperativos como el que más;
no le temíamos al pluscuamperfecto,
porque para nosotros no existía nada más
que el presente que irradiaban nuestras
confesiones de indicativo.
por atreverme a dudar.
Lo siento,
el pretérito nunca estuvo en mis planes
y, sin embargo, hizo acto de presencia:
nuestro amor se convirtió en un amargo imperfecto.
Hubo noches de llorar en pretérito perfecto
simple,
de aferrarse con fuerza al “im-” de cada imperfectivo hasta arrancarlo.
¿Aspecto? Demacrado.
Todo ha acabado.
Y solo ahora,
con este frío que me corre por las venas
y el amargo regusto de unas palabras que creí
certeras,
soy capaz de verte de verdad.
Fue todo una locura;
y yo, una terrible ilusa.
Jugué a conjugarte y me quemé con mi propio fuego
hasta que solo quedaron las cenizas:
el pretérito perfecto simple de una historia de
amor condenada a la tragedia.
Yo te quise.
Sin palabras. Me ha encantado la originalidad, el ritmo, el sentimiento, la cadencia y todo lo que ello implica. Simplemente me he quedado en blanco, llena de sentimientos por dentro pero estática por fuera, incapaz de articular palabra o gesto.
ResponderEliminarSorprendente y bello, han sido unas palabras maravillosas.
¡Hola!
EliminarLa poesía es algo relativamente nuevo para mí, así que tu comentario me alegra muchísimo.
Si mis palabras han conseguido hacerte sentir de la misma forma (o similar) en que lo sentí yo, puedo sentirme completamente satisfecha.
Dicen que es mejor haber querido que no enamorarse nunca, aunque en ocasiones, sobre todo cuando recuerdas que algo no salió como esperabas desearías no haber querido nunca y haber vivido en un presente continuo...
ResponderEliminarEn fin. Gajes del amor.
Salud!
Acostumbramos a decir el primer "te quiero" con una seguridad enorme, sin saber que, tal vez, estamos apuntándonos con un cuchillo en el pecho. Pero nadie se da cuenta de ello hasta que empieza a sangrar. Luego vienen las cicatrices, siempre demasiado tarde como para poder evitarlas.
EliminarMe alegra verte por aquí.
Un beso.