Escribo esto desde un bucle de
pensamientos casi anárquicos y desde ese sentimiento de ira que me invade
cuando pienso en la incongruencia en la
que a veces se ve sometida esta sociedad.
Te escribe la niña a la que un
día le dijeron que dejara de cantar porque no valía para ello y que durante un
tiempo se lo creyó, pero que ahora canta a voz de grito cuando siente que la música se lo pide. Puede que no lo haga del
todo bien. ¿Acaso importa?
Te escribe la chica que no sabe
bailar. Nunca ha asistido a clases de baile, ni ha tenido el mínimo interés en
hacerlo, pero en las fiestas se desvive entre el lío de cuerpos hasta
consumirse. Y ella es feliz, así que, ¿acaso importa?
También te escribe la de los
textos etéreos y las palabras suicidas, la que no cree en los cuentos de hadas
y en las eternidades. No obstante, sí que hay algo en lo que cree firmemente:
la poesía.
Hubo un día en que le dijeron que
de las palabras no se vive y, sin embargo, arrebátaselas y acabarás con ella.
Puede que no le sirvan para vivir, pero las necesita para sobrevivir.
Ahora dime: ¿acaso importa?
¿Importa que mi voz sean mis latidos, la música mis pulmones, mi cuerpo la
poesía y mis palabras mi aire?
Hoy no me importa, hoy os lo
digo: sois unos ingeniocidas todos aquellos que venís a cortar las alas a los
que sienten el arte como algo vital.
Podéis consumiros en vuestras
monotonías, volver a reseguir lo que ya está escrito; que yo, por mi parte,
escribiré arte. Y no, no me importa que vosotros, con vuestro ojo aparentemente
crítico y vuestras ansias de destruir todo aquello que se salta los guiones
establecidos, vengáis a decirme que esto no lo es. ¿Sabré yo deciros qué es
arte? ¿Sabréis vosotros decírmelo?
Probad a hacerlo.
Nunca
me
vais
a
atrapar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSimplemente me encanta. Tienes toda la razón. Cómo bien te comenté alguna vez, en esta vida, rodeados de esta sociedad, lo normal es hacer lo que las normas nos mandan. Considero que si las personas no diéramos tanto interés en deber de hacer lo que unas leyes políticas que alguien se le ocurrió escribir, si tuviéramos aquél punto de vista más libre, que mira más lejos de lo que nuestros límites nos permiten, podríamos descubrir que lo llamado "normal" y lo "anormal" son simplemente dos hechos que en verdad no se deberían diferenciar en el momento de juzgar nuestros dones e ilusiones que tenemos cada ser humano. No me alargo más, simplemente quiero acabar afirmando que si una persona o un grupo de personas deben votar por lo que hago, y decir qué está bien o mal, es como si poco a poco destruyeran y matanran lo que algún día quise crear. (¿Acaso importa que a todos les guste lo que hago, si yo ya soy feliz haciéndolo?)
ResponderEliminarY aquí está la chica de pensamientos inquietos y desafiantes que tanto me encanta. En su forma más pura, con sus textazos ;)
EliminarTienes un punto de vista interesante; siempre logras sorprenderme, guapa.
¡Un besazo!
Y, sin embargo, presiona a alguien durante mucho tiempo y le hundirás en la más absoluta miseria. Si no se bloquea a tiempo, las personas pueden acabar destruyendo lo que un día la vida regaló a alguien como un don; si no se bloquea a tiempo, las personas se vuelven infelices, incapaces de continuar, incapaces de vivir.
ResponderEliminarEs por eso que de vez en cuando debemos pararnos, olvidar las prisas y el ajetreo constante del mundo, respirar con calma y preguntarnos "¿Qué estoy haciendo?". Solo entonces podremos descubrir nuestra versión más verídica del yo y luchar por mantenerla a flote.
EliminarMe alegra verte por aquí.
¡Un beso!
Tendemos a juzgar con el maldito "mal" o "bien" pero yo me pregunto ¿qué es mal? ¿qué es bien?
ResponderEliminarEl problema principal radica en que cuando somos pequeños somos esponjas, tanto para los estímulos positivos como para los negativos y desde la sociedad nos "enseñan" precisamente a sentirnos mal interiormente con todo lo que los demás no acepten, porque algo que los demás no aceptan nos inculcaron que no es "normal".
Así que crecemos llenos de inseguridades, dudas y miedos que nos han ido metiendo en la cabeza y que nadie nos ha enseñado a reconvertir, a canalizar o a expulsar de nuestro interior.
Y así nos va como nos va, una sociedad llena de necios que abandonaron sus sueños y se han atado a trabajos y hobbies que odian y para los que no tienen ninguna vocación sólo porque alguien les dijo que era lo "normal".
Salud
No podría estar más de acuerdo contigo.
Eliminar¿Sabes? Tus palabras me han recordado a unas de Loreto Sesma (no sé si la conoces, pero sus poemas son simplemente maravillosos):
"Cómo me voy a fiar del que dice ser cuerdo
si con una cuerda es como se ahorca la gente."
En su día estos versos ya me hicieron pensar, pero ahora me gustaría recalcarlos. La sociedad nos impone unos parámetros artificiales, los cuales si no valoramos con cierta autonomía pueden acabar ahogándonos.
¡Besos!