domingo, 17 de julio de 2016

Días con sabor a sal y fuego en la piel


Sumérgete lentamente en el mar y siente como el agua te hiela el cuerpo. Avanza imparable hacia su interior; es en el fondo donde te espera la respuesta a todos tus males.

Empiezas a sentirte ingrávido, y cada vez te es más difícil seguir el camino soñado, pero lo haces. En algún momento las olas te cubren la cara y la sal de tus lágrimas se pierde en el océano, condenada por su dualidad. «¿Soy mar o navegante entre mis desdichas?», te preguntas.

Escuece. Tal vez tu yo interno ha decidido aflorar en tu piel y ahora lo sientes de una forma más física.

Sigue avanzando.

Me cuentan que tus pies ya no tocan el suelo; ahora tendrás que luchar. Bracea; tú puedes.

Le ganas territorio a la inmensidad, pero no suficientemente rápido. El ejército de olas te lo echa en cara e intenta llevarte de vuelta a tu posición inicial.

También buceas para esconderte y notas cada tirón. Ante todo, no te detengas, aún es demasiado pronto como para dejarse llevar por la corriente y tú tienes alma de kamikaze.

Poco a poco y en contra de tu voluntad, te vas cansando de intentar continuar para no moverte del mismo lugar. Sientes tu cuerpo pesado; hasta la ingravidez te traiciona. Y te rindes, porque ya no puedes más.

Decides volver a tierra firme. Pese a que allí te sientas claustrofóbico, echas de menos el terreno seguro. Nadas rápido, porque no quieres que las olas te vuelvan a arrastrar. Las desprecias como nunca antes; te impidieron alcanzar tu objetivo.

Sin embargo, te atrapan. Las olas siempre te atrapan y no puedes hacer nada para evitarlo. Son superiores a tu voluntad y te condenan a la sumisión de unas leyes que tú nunca quisiste aprobar.

Sales a la superficie y la arena mojada bajo tus pies te recibe. Dejas una huella efímera entre tantas. El oleaje volverá a lograr su cometido, sólo es cuestión de tiempo.

Te sientas en la arena de la playa y miras hacia el horizonte. La causa de tu anhelo sigue esperándote allí y tú has vuelto a caer.

Puede que hayas perdido la batalla por enésima vez, pero te consuela pensar que algún día ganarás. Nadie es un eterno perdedor, y eso lo sabes bien.

Son días con sabor a sal y fuego en la piel, y mañana el océano deberá enfrentarte de nuevo.
 

2 comentarios:

  1. Me encanta la forma de expresarte que tienes y el sentimiento de superación que muestras en esta entrada, la esperanza, el anhelo de llegar a la meta aunque parezca imposible. Muchas gracias por compartir esta entrada conmigo y con el resto de personas que circulan por internet.

    Un saludo.

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    1. El sentimiento de superación es algo que siempre nos acompaña, aunque pasemos por épocas que no siempre son tan buenas como nos gustaría. Es parte de nuestra naturaleza como seres humanos, pese a que de vez en cuando nos parezca que la hemos perdido.

      Por eso he escrito este texto. Me encantaría llegar a toda la gente posible y transmitirle este mensaje, porque esa segunda persona del singular somos todos y cada uno de nosotros.

      ¡Un abrazo!

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